Del Homo Sapiens….
al Homo Cyberneticus;
y de la Epistemología….
a la Cyberepistemología.
Introducción: La vida es porvenir, y la esperanza… ¡las oportunidades del presente!
Debo dar, de nuevo, las gracias por permitirme estar con Uds.….Siempre es un placer el reunirse con personas con que tienes complicidad, en este caso intelectual, y además con un valor añadido, ya que a diferencia de la comida, compartir información no es dividirla sino multiplicarla.
Para ello, en las siguientes líneas les ofrezco un nuevo menú de alimentos para la reflexión: Transhumanismo y Epistemología.
Comenzaré recordando las características del Transhumanismo producto de la Singularidad Tecnológica que se nos avecina. Luego abordaré la Epistemología, la visión filosófica que le da fundamento a la ciencia y la tecnología, las herramientas fundamentales con que intentamos comprender el majestuoso cosmos donde cohabitamos. En este aspecto me subiré al tren de un profesor amigo, José Padrón, debido a lo bien hilvanado de su discurso, el cual comparto, así como a su claridad expositiva. Partiré del hecho de que las cosas son explicables y descriptibles sólo con relación a un sistema, y el principal sistema, el más profundo, desde donde se puede comenzar a esbozar ‘verdades’ es, precisamente, el Sistema Epistemológico. Finalmente trataré de esbozar el cómo queda el Discurso Epistemológico ante las nuevas realidades que se vislumbran. Veamos a que me refiero.
Por “ciencia” entiendo una estrategia de renovación permanente para la búsqueda sistemática del conocimiento cuya racional validez no depende de un individuo o época concreta y que está abierta a cualquiera que quiera comprobar sus hallazgos o reproducir sus experimentos. La ciencia ha hecho esfuerzos genuinos por entender nuestra “Realidad” gracias al uso de la razón, dejándonos millones de evidencias irrefutables.
Entiendo por “tecnología” la suma de la información cultural transmisible instrumentalmente útil, es decir, que además de las máquinas, se incluye las técnicas, los procesos e, incluso, las instituciones.
La historia nos cuenta que después de un duro batallar la ciencia y la tecnología fueron acogidas como factor de progreso, de emancipación, como un elemento homogéneo y funcional al humanismo. Las primeras reflexiones filosóficas sobre la ciencia moderna -por ejemplo en Comte- hacían incluso de ella una suerte de nueva religión de la humanidad.
Sin embargo, su lento desarrollo durante los últimos cuatrocientos años hizo que otras áreas del acontecer y del conocimiento le fueran acompañando en el peregrinar humano.
Pero, poco a poco, especialmente en el curso de los últimos años, la posición de la ciencia y de la tecnología en nuestro mundo ha ascendido exponencialmente, alcanzando ahora una dimensión universal. Aunque tendemos a subestimar el impacto de la tecnología a largo plazo y a sobreestimarlo a corto plazo, no es menos cierto que la ciencia y tecnología (tecnociencia) se han convertido en la fuerza predominante a la cual acompaña un crecimiento del poder de intervención sobre la naturaleza, así como una ilimitada búsqueda de nuestro crecimiento como raza.
Ahora bien, como dije en un artículo anterior…Si la filosofía aspira a desempeñar algún papel importante en los momentos que comenzamos a vivir, es preciso que despierte a la realidad del devenir de la evolución ahora auxiliada, y de qué manera, por los avances actuales en la tecnociencia.
En efecto, si la filosofía no se vuelve una guía efectiva para vectorizar el avance de la raza humana, inevitablemente perderá su valor. Si filosofar es asumir cada quien, desde sí mismo y por si mismo, el hecho total de la existencia, entonces la filosofía debe estar entre las primerísimas tareas de todos de acuerdo a las nuevas realidades que se nos asoman en el horizonte, donde destaca una simbiosis entre las máquinas cibernéticas y los seres humanos.
Nacen ya los verdaderos Cyborgs (término acuñado por Clynes y Kline sobre la conjunción de «cybernetic» y «organism», para nombrar a un organismo que partiendo del ser humano tuviera componentes artificiales a los fines de mejorar su naturaleza).
Entiendo por cibernética la instancia histórica, social y tecnológica producida por la confluencia de la informática, la bioingeniería, la inteligencia artificial, la nanotecnología y la robótica. En este fértil terreno aflorará el «Homo Cyberneticus«, un ser superior, que sucederá al «homo sapiens».
En efecto, estamos próximos a cruzar una compuerta evolutiva que dividirá la historia en dos. Vamos, hacia unos nuevos tiempos caracterizados por la futura existencia del mencionado «Homo Cyberneticus», en donde la tecnología hace implosión en el interior del cuerpo mezclando lo orgánico con lo inorgánico, generando una nueva relación sinérgica con las máquinas.
Evidentemente, esa transición habrá de producir grandes y profundas transformaciones biológicas, sociales, políticas, económicas y ecológicas cuyas dimensiones solamente podemos comenzar a intuir. Todo parece indicar que están contados nuestros días de dominio intelectual ya que la inteligencia artificial podría ser el siguiente estadio en el progreso de la evolución cósmica.
Quisiera dejar un pequeño listado de preguntas que emergen de este contexto, dirigidas a la reflexión filosófica relacionada con la muy posible nueva realidad del hombre. Estas son:
- ¿Qué obligaciones de reflexión filosófica tenemos hacia el incierto futuro de las próximas generaciones?
- ¿Serán dentro de algunos años los Enfoques Epistemológicos iguales a los de ahora?
- ¿Prevalecerán en el futuro los viejos conceptos epistemológicos para toda la fundamentación filosófica de la ciencia y su aliada la tecnología?
- ¿Es posible hacer de la tecnología un problema filosófico fundamental invitando a reflexionar sobre aquello que ella, con las transformaciones que ha provocado, significa para el hombre
Creo que el tratar de dar respuesta e planteamientos como estos justifica las siguientes “Reflexiones”.
.…Hablemos ahora un poco de Epistemología
Existen, como afirma Padrón, variadas concepciones de la Epistemología asociadas a sus diferentes prácticas, yo la asumo como la discusión de los problemas conceptuales que fundamentan la investigación científica.
Epistemología….Episteme proviene del griego y significa: Ciencia, Conocimiento Racional. Por otra parte, Logos proviene también del griego y significa: Estudio, Tratado. Por lo que la Definición etimológica de Epistemología sería: Estudio de la Ciencia.
En efecto, el objeto de estudio de la Epistemología es la ciencia, y su tarea principal es formular una base crítica acerca de los fundamentos que soportan las diferentes nociones de conocimiento científico.
La ciencia busca fundamentalmente la explicación de los problemas de la realidad (las causas, las razones de por qué ocurren). Históricamente esa búsqueda de explicación comenzó siendo extraterrenal, mágica, mitológica o religiosa, pero luego, hace aproximadamente 2500 años, hubo un cambio civilizatorio con los Griegos!
Ese vuelco griego dio origen a lo que podemos llamar el 1er Principio Epistemológico afirmando que las explicaciones tenían que darse en el mismo contexto donde aparecían los problemas.
A esta figura histórica se le llamó Filosofía. Era la primera aplicación de la razón del hombre para determinar las causas de los problemas de la realidad natural o social.
El 2do Principio Epistemológico afirma que el mecanismo o vía de acceso para descubrir los problemas de la realidad es la Razón.
Con estos dos Principios se levantó el conocimiento científico. En efecto, el hombre se internaliza en la búsqueda de las causas de los problemas, para lo cual hace una Investigación que le permite llegar a conocerlas, aflora así, un descubrimiento, quitando el velo a la verdad y de esta forma, surge la explicación, la comprensión, o incluso una aplicación a dicha situación.
No obstante, hoy día la ciencia no busca solamente la explicación o comprensión, ésta tiene que estar acompañada de una sustentación, es decir, del conjunto de razonamientos, pruebas, evidencias, así como de datos estadísticos que soporten la misma.
En segundo lugar debe acompañarse de la fundamentación, es decir, la construcción de los Criterios de Verdad en los que se basa dicho conocimiento.
Aquí es donde entra la Epistemología. Es necesario para la construcción de un marco investigativo el apoyo de algunos presupuestos Epistemológicos.
Podemos resumir al decir que dichos fundamentos abarcan 3 dimensiones:
- 1ra Dimensión La Ontología: Referida al análisis de los supuestos básicos de la investigación. Tiene que ver con el estudio del Ser Social, así como los Principios que lo definen, es decir, los Principios del Ser.
- 2da Dimensión La Gnoseología: Tiene que ver con los Principios del Conocer de la Investigación en sí.
- 3era Dimensión La Axiología: Estudio del sistema de valores y juicios valorativos que guían la investigación, analizando los principios que permiten considerar que algo es, o no, valioso. Tiene que ver con los valores que el Científico articula tanto al interior como al exterior de la Ciencia.
En función de estas tres Dimensiones los investigadores desarrollan ciertos cuerpos de convicciones acerca de la naturaleza del conocimiento y de sus vías de producción y/o validación. En efecto, el planteamiento de un problema depende de la adopción previa de una determinada perspectiva. Es por ello, que la selección de unos determinados métodos para producir y validar los hallazgos, por parte del investigador, tiende a estar condicionada por su propia visión acerca de lo qué es la realidad, lo qué es el conocimiento, el para qué sirve el conocimiento, definiendo, de esta manera y desde el principio, un cierto marco de convicciones. Esto tiene que ser necesariamente así debido, como dije anteriormente, a que las cosas son explicables y descriptibles sólo con relación a un sistema, y el principal sistema, el más profundo, desde donde se puede comenzar a esbozar ‘verdades’ es, precisamente, el Sistema Epistemológico.
Desde esta plataforma, lo primero que se debe hacer antes de abordar una investigación será un Acto Epistemológico Gnoseológico, por medio del cual el investigador se identifica con lo que considere el origen del conocimiento, es decir, tome posición frente al proceso en virtud del cual la realidad se refleja y se reproduce en el pensamiento humano. Para ello generalmente escoge uno de los dos modelos siguientes:
El Empirismo: Considera la experiencia sensorial como única fuente del saber, el conocimiento científico depende única y exclusivamente del objeto de estudio, la verdad está contenida en los hechos. Usualmente los datos se registran a través del empleo de técnicas, consideradas objetivas, particularmente fundamentadas en principios y reglas estadísticas.
El Racionalismo: Afirma que la única manera de conocer es la Razón, es decir, el razonamiento, el pensamiento, el entendimiento.
Existen posiciones intermedias que combinan ambos modelos. Por ejemplo Mario Bunge en su libro “La Investigación Científica”, nos dice: “La Investigación es la integración entre el Empirismo y el Racionalismo”. De la misma manera William James, ante los enfoques Racionalista y Empirista reivindica una tercera vía eclética al considerar que en ambos enfoques hay presupuestos, creencias de base, positivas y útiles.
Otro Acto Epistemológico Gnoseológico, que se debe hacer al abordar una investigación, es el referido a la posición en lo referente a la posibilidad del conocimiento. Para ello existen, en un primer nivel, una de dos posiciones:
Dogmatismo: Plantea que el ser humano es capaz de alcanzar verdades estables y unívocas, independientemente de las épocas y los espacios, de las creencias y las opiniones.
Escepticismo: No existen las verdades absolutas y definitivas. Sólo existen aproximaciones que pueden ir ganando en “verosimilitud”.
- Un segundo aspecto, muchas veces simultáneo con los anteriores, para abordar una investigación es estar claro en cuanto al Fundamento Ontológico que define tu concepción sobre la “Realidad” y el “Ser” de las cosas. Para ello hay fundamentalmente dos concepciones:
- Realista: Cree que hay una realidad real, externa a su propia conciencia, que la naturaleza es siempre cognoscible, aunque nuestras capacidades de examinar esa realidad sean completamente limitadas. El sujeto construye el conocimiento de esa realidad.
- Idealista: Sostiene como postulado central que no existe una realidad más allá de la conciencia del sujeto. Es decir, el mundo está asociado a la conciencia de un sujeto que construye su realidad. Por ello, se le da prominencia a la conciencia, al sujeto, en el proceso del conocimiento.
Ahora bien, estas dimensiones, en las cuales se fundamenta la Ciencia, dan origen a lo que se conoce como Enfoques Investigativos, los cuales tienen una base de generación en combinaciones elaboradas a partir de los tres ejes dicotómicos:
- Empirismo vs Racionalismo.
- Dogmatismo vs Escepticismo.
- Realismo vs Idealismo.
Estas concepciones han formado hasta ahora el piso de sustentación de todo el Discurso Epistemológico, y al tomar en cuenta las relaciones de coherencia entre las mismas se originan tres Enfoques Epistemológicos Investigativos que destacan, a saber:
Enfoque Empírico- Inductivista:
Gnoseológicamente basado en el Empirismo y en el Dogmatismo, y Ontológicamente basado en el Realismo.
Enfoque Crítico-Interpretativo-Sociohistórico:
Gnoseológicamente basado en el Empirismo y en el Escepticismo, y Ontológicamente basado en el Idealismo.
Enfoque Racionalista Crítico Deductivista:
Gnoseológicamente basado en el Racionalismo y en el Escepticismo, y Ontológicamente basado en el Realismo.
¿Cómo queda el Discurso Epistemológico ante las nuevas realidades?
Ante tantas novedades producto del avance exponencial de la ciencia y la tecnología que ponen en tela de juicio a todo un conjunto de conceptos y categorías, e incluso hacen prever la obsolescencia del ser humano, no es de locos pensar que se pondrá de manifiesto como nunca antes la temporalidad de la razón conocida.
Así será necesario refundar nuevos constructos, por supuesto muchos de carácter tecno-científico, que funden nuevas racionalidades y nos permitan llegar a una nueva filosofía, en la cual partamos del hecho de que la discusión sobre el papel de la reflexión filosófica no debería ser «sobre la tecnología, sino cómo la tecnología nos permite pensar cómo queremos vivir«, ya que los desarrollos tecnológicos pueden cambiar drásticamente la experiencia humana de la vida y los significados personales y subjetividades que van con ella.
No obstante, y antes de desarrollar las próximas ideas, debo reconocer que en estos momentos todo este discurso tendrá una utilización más metafórica descriptiva que analítica.
En efecto, el desarrollo científico, como artefacto social, cobra sentido sólo en relación con las actuaciones individuales en que se sustenta, o utilizando un término existencialista, a los “estados del ser” que dichas actuaciones generan.
Ahora bien, en párrafos anteriores cuando hablé de los Principios Epistemológicos, argumenté que entre las raíces fundamentales de las cuales el mundo occidental ha obtenido su concepción del hombre, destacaba la griega. En efecto, de ella deriva la concepción del hombre como «animal político, dotado de razón y lenguaje» (zoon politíkon logon echon), formulada por Aristóteles en su “Política”.
Fue Kant quien posteriormente denunció la insuficiencia de la definición griega del hombre como animal racional. En su cuestionamiento sobre qué es lo que constituye la humanitas del hombre, observa que no basta para ello ni tan siquiera la rationalitas.
Pienso que esta insuficiencia será aún mayor en los próximos años, cuando, como he dicho, irrumpa a través de la ciencia y la tecnología el «Homo Cyberneticus», dotado de unas características que pondrán en tela de juicio los dos Principios Epistemológicos anteriormente mencionados.
En efecto, como dije, el 1er Principio Epistemológico afirma que las explicaciones tenían que darse en el mismo contexto donde aparecían los problemas, y el 2do Principio Epistemológico afirma que el mecanismo o vía de acceso para descubrir los problemas de la realidad es la Razón. Ambas aseveraciones pronto serán consideradas como obsoletas a tenor de las nuevas potencialidades de la ciencia y la tecnología, y con ello, por supuesto, también se moverán los cimientos de los Enfoques Epistemológicos anteriormente descritos.
Por ejemplo, en relación con la Dimensión Axiológica, se podrá ampliar el espectro de nuestra moral, ya que no sólo se incluiría lo que somos, sino que además incluiría lo que tenemos en potencial en convertirnos, teniendo siempre presentes la libertad individual en la escogencia, o no, de tecnologías de mejora. Es imprescindible converger hacia la construcción de valores sociales y morales que lleven a las personas a vivir y a actuar de acuerdo con las dinámicas del sistema social que surgirá.
En este aspecto cabrá preguntarse cuestiones como las siguientes:
- ¿Es la vida humana un don divino e inalterable?
- ¿Debemos seguir distinguiendo entre lo natural y lo artificial?
- ¿Debemos tratar cualquier forma de vida artificial lo suficientemente inteligente con los mismos derechos y el mismo respeto que los seres humanos?
- ¿El desarrollo del pensamiento ecológico, que actualmente se promueve, debería tener en cuenta no sólo el entorno natural sino también el tecnológico?
- ¿Las nuevas sociedades que vendrán necesitarán impulsar una espiritualidad que le dé sentido a sus vidas?
De igual manera en relación a lo Gnoseológico, dimensión que estudia la naturaleza, el origen y el alcance del conocimiento, seguro tendrá que incluir en los años próximos otros centros de generación cuando la inteligencia artificial irrumpa en la concepción y almacenamiento de nuevos saberes. Ya no será el hombre el que tendrá el monopolio de la maquinita productora de conocimiento.
De igual forma en lo referente a la Ontología, es decir, al « ¿Qué hay?», al estudio de las “esencias”, a las posibilidades de las “existencias”, cabría preguntarse si ¿Serán dentro de algunos años las concepciones Ontológicas iguales a las de ahora? Este aspecto da para escribir otro artículo como este, aunque de entrada les adelanto que creo que el cambio ontológico en el mañana será radical.
En efecto, el homo cyberneticus pasa del sujeto real (esto es, el sujeto en tanto que sí mismo) al sujeto virtual (esto es, un quién móvil y fugaz). Si el homo sapiens era, a la vez, naturaleza y cultura, el homo cyberneticus es tecnología en la naturaleza, es decir, aflora un nuevo estadio de la especie humana, ahora de forma híbrida.
En efecto, un nuevo estadio caracterizado por una pérdida del cuerpo, traducido en una desbiologización debida al crecimiento del uso de los implantes biocibernéticos. Esta situación desplaza el cuerpo del homo sapiens como condición esencial para una presencia identitaria.
Por otra parte, su desarrollo se despliega en un doble espacio: por un lado, la realidad física de siempre, por el otro la realidad digital que abarca la realidad virtual, y ahora también la realidad aumentada, lo cual, seguro, pronto irá más allá de estas nuevas realidades.
La pérdida del cuerpo del sujeto, y lo absolutamente material se trastoca y adquiere una fugacidad hecha de pixeles en una pantalla o de códigos binarios en un bioimplante.
El homo cyberneticus habitará en dos mundos que ya están con nosotros, por un lado la ciudad moderna de la sociedad industrial, en donde manipulamos objetos, la cual coexiste con una ciudad virtual propia de la sociedad digital en donde se desterritorializa a la persona y a las comunidades y más aun, donde los objetos de estas ciudad nos habitan. Sirvan como ejemplo, los sistemas de comunicación que pasarán a ser parte de nuestra piel y que nos conectarán a toda la red, y en donde el límite estará fijado por el alcance de nuestra clave de acceso personal.
Ontológicamente y de acuerdo a Ricoeur, lo que hace que algo sea lo que es, no lo determina una sustancia inmutable, ni una estructura fija, sino la historia que lo narra, pues resulta que el homo cyberneticus no narra otra situación que aquélla que lo hace a él mismo, en definitiva, porque él es el hecho fundacional de su existencia.
En efecto, siempre habíamos considerado los medios como prolongación externa de nuestros sentidos. Ahora la situación es radicalmente diferente: en el homo cyberneticus esas extensiones son incorporadas a su cuerpo a través de la nanotecnología.
El cuerpo es carne, sí, pero a ella se le suma metal, plástico, silicio y grafeno, creando una nueva naturaleza por donde fluye la información digital. El ente llamado hombre es un flujo líquido de bytes. Todo es ente en tránsito, que fluye a medida que fluye en la pantalla, en la computadora o en el biodispositivo, por ello la conciencia tiende a descorporizarse o, mejor aún, tiende a un nuevo cuerpo, un cuerpo biotecnológico.
Nacerá así la Cyberontología, una ontología carente de sujeto trascendental ni menos aún trascendente, en donde el biochip se transforma en arjé del homo cyberneticus.
De esta forma el homo cyberneticus se convierte en el creador de naturaleza, lo cual se traduce en ser el diseñador de su propio proceso evolutivo.
Nos encontramos ante un darwinismo dirigido, disponible en el laboratorio en la forma de genoma y que es susceptible de ser modificado.
Estas próximas realidades dejan muy atrás al “hombre” conocido, objeto de abstractas definiciones filosóficas, centro de la creación y dueño de lo existente, como afirmaban los pensadores medievales e ilustrados.
Hoy la tecno-ciencia atraviesa de modo cada vez más rudo el horizonte de la antropología tradicional, permitiendo aumentar nuestro saber y nuestro poder sobre la entidad «hombre», en un modo que provoca un conflicto cada vez más claro con el imaginario de la tradición humanístico-cristiana.
Peter Sloterdijk, va mucho más allá: su transhumanismo deja el teocentrismo antiguo y el humanismo antropológico de la modernidad y toma otros ejes: suplanta la diferencia natural/cultural por la natural/artificial (y aun ésta es difícil de determinar), plantea los derechos civiles de las máquinas, considera que el dominio de la escritura/lectura se ha reemplazado por lo retórico/visual, urge por nuevas definiciones del vocablo “máquina”, afirma que la relación sujeto/objeto deja paso a la relación sujeto/tecnología, y habla de un “código antropotécnico” para la selección de nuevas formas del ser humano a través de la biomanipulación, las cuales pasarán a ser las nuevas reglas para la conformación del parque humano.
Ante estas nuevas realidades es evidente que todo fluye, y todo pide nuevas definiciones. Pienso que deberíamos comenzar con las ideas de «persona» y «naturaleza humana«.
A manera de Colofón….
Debemos hacer un espacio en alguna zona de nuestras mentes ante la inmensa posibilidad de alcanzar muy pronto un estado superior de existencia apoyados en lo tecnológico. Sin embargo, nada nos está garantizando la continuidad de la especie, porque serán la ciencia y la tecnología las directoras de ruta de nuestro acontecer. Por ello, debemos enfocarnos en construir un humanismo no antropocéntrico, abierto al crecimiento del parque tecnológico pero no subordinado a éste y sobre todo vigilante a que los cambios no nos lleven a un mundo sin nosotros.
Toda esta avalancha de conocimientos y sus aplicaciones no nos caerán del cielo, serán, necesariamente, producto de investigaciones y nuevos desarrollos, es aquí donde entran en juego las Reflexiones Epistemológicas como fundamento que soporta las diferentes formas o manifestaciones de lo que entendemos por conocimiento científico. Es allí donde será útil nuestra brújula orientadora.
Venga, he llegado al final, espero les haya gustado. Siempre recuerden que todos tenemos una cita irrenunciable con la Singularidad…. Solamente me queda agradecer, de nuevo, a todos Uds. por su lectura…..
«Viviremos en un nuevo mundo en menos de 20 años”.
E.A.R