¿Sabías que la ciencia puede ser muy sexy?

El Orgasmo… lo único que le queda al pobre.
Sin orgasmo no habría sexo.
Sin sexo no habría reproducción.
Sin reproducción ninguno de nosotros estaría aquí.

Me atrevería a afirmar que la inmensa mayoría de los seres humanos pasamos un alto porcentaje de nuestro tiempo pensando en el sexo, y aunque los gustos sexuales varían de persona a persona, frecuentemente mentimos al respecto. Ahhh, y no pensamos específicamente en su parte reproductiva –manejada muy inteligentemente por la naturaleza como mecanismo evolutivo y de supervivencia para todas las especies– sino más bien en su otra parte, la placentera, la que lo hace el deseo más potente en todo ser humano. Sí, siempre están allí, una veces agazapados, otras al descubierto, unos enormes deseos de querer recibir ese placer, lo cual, en el fondo, es la mayor garantía que tiene la evolución para que no perezcamos como especie.

Lamentablemente, aún el sexo está envuelto en la vergüenza…

Sin embargo, hoy día, gracias a las investigaciones científicas, sabemos que los cambios físicos y hormonales que experimentan los seres humanos como respuesta ante una gran variedad de estímulos sexuales pasan por 4 fases:

Excitación: El cerebro, estimulado, envía sangre a los genitales, el pene se agranda, endurece y eleva, volviéndose erecto. En la mujer, la vagina se lubrica, mientras la vulva se dilata.

Meseta: En esta fase la excitación llega hasta su punto máximo, la respiración está entrecortada, el pulso cardíaco aumenta, así como la presión sanguínea, y también la tensión muscular se incrementa.

Orgasmo: Acá las pulsaciones cardíacas y la respiración llegan a su máxima frecuencia e intensidad. El hombre experimenta una gran tensión muscular junto con  las contracciones involuntarias y rápidas del esfínter anal, la glándula prostática y los músculos del miembro viril.  Habitualmente se produce la eyaculación, es decir, la liberación de del líquido espermático y otros fluidos seminales.  Este proceso, en la mayoría de los hombres, tiende a durar alrededor de 3 a 10 segundos de intenso placer.

La mujer, por su parte, experimenta las contracciones rítmicas de la vagina, el útero, los músculos pélvicos y el ano. La duración del orgasmo de una mujer es más largo que el de los hombres, pues dura alrededor de 20 segundos, o más.

Resolución: Es el restablecimiento paulatino de la normalidad física y psíquica, tras haber alcanzado el orgasmo. En esta fase el hombre experimenta un periodo de recuperación, durante el cual cuando no se puede lograr un orgasmo adicional. La mujer, en cambio, no tiene periodo refractario, o de recuperación, permitiéndole tener varios orgasmos consecutivos.

Quizás el aspecto de mayor deleite de la experiencia humana es el orgasmo, una reacción de nuestro cuerpo que, aunque en ese momento no seamos conscientes de lo que nos pasa, puede ser explicado científicamente, y  ocurre cuando las miles de terminaciones nerviosas del sistema nervioso central están completamente ocupadas enviando señales de placer al centro de recompensa en nuestro cerebro.

Como dije el orgasmo de una mujer suele durar mucho más que el de los hombres, sin embargo, las estadísticas dicen que los hombres pueden tener mayor cantidad de ellos. En efecto, en una reciente encuesta nacional australiana de sexo heterosexual, los investigadores encontraron que los hombres tenían un orgasmo en el 95% de los encuentros. Las mujeres  solo lo hicieron el 69% de las veces.

No obstante, el orgasmo puede tener menos que ver con el género y más con los tipos de sexo que se tiene. Por ejemplo, un estudio de estadounidenses solteros de edades entre 21 y 26 años, encontró que, si bien la tasa de orgasmo de hombres heterosexuales y homosexuales es similar. La tasa de orgasmos para las mujeres varía de manera muy significativa según la orientación sexual. En efecto, los números indican que las lesbianas tienen alrededor del 12% más de orgasmo que las mujeres heterosexuales, y por otra parte, el 25% de las lesbianas dicen que alcanzan el clímax en cada experiencia sexual y casi la mitad de ellas afirman que alcanzan el clímax más del 75% de las veces. Esto puede estar relacionado con la duración de los encuentros sexuales, ya que las parejas de lesbianas informaron una duración promedio de 30 a 45 minutos, En comparación con un promedio de 15 a 30 minutos para las parejas heterosexuales.

Sin embargo, en un estudio realizado con jóvenes universitarios se les pidió, tanto a hombres como mujeres, que sin utilizar palabras específicas de sus genitales describieran sus experiencias durante un orgasmo, resultando que había muy poca diferencia.

Ahora sabemos que es el cerebro quien impulsa y controla  todas estas reacciones de diferentes partes del cuerpo ocurridas durante un orgasmo… Venga, control que dista mucho de ser consciente para nosotros.

Hoy día, utilizando la  ciencia y la tecnología, podemos comprobar que la actividad cerebral durante el orgasmo es la misma en hombres y mujeres. En efecto, utilizando escáner de IRM (Imágenes por Resonancia Magnética), los científicos pueden ver la actividad cerebral en diferentes áreas. Así, en el llamado Núcleo Accumbens (grupo de neuronas del encéfalo) se libera la dopamina un mensajero químico, o neurotransmisor, conocido como la sustancia química del placer y el bienestar, despertando así el deseo. Esto ocurre al unísono con la liberación, en la glándula pituitaria, de oxitocina; una hormona que se relaciona con los vínculos afectivos de unión y amor entre parejas.

Las tomografías PET (por las siglas en inglés de Positron Emission Tomography), muestran que la actividad cerebral durante el orgasmo es muy similar en hombres y mujeres. Para ambos sexos, la corteza lateral orbito-frontal se apaga, que es la que dirige  la autoevaluación, la razón y el control, mitigando así el miedo y la ansiedad. Por otra parte, la relajación de la amígdala y el hipocampo en las mujeres reducen aún más las emociones, produciéndoles un estado de trance, mientras que en los hombres calman la agresividad. Así también se activa un área  conocida por gris periacueductal (o SGPA) asociada al dolor, sugiriendo que existe un vínculo entre el dolor y el placer.

Y las similitudes no se detienen allí, ambos sexos se adormecen después del orgasmo debido al aumento de la hormona prolactina. Curiosamente, se libera 4 veces más prolactina después de tener relaciones sexuales, en comparación con el orgasmo que se logra mediante la masturbación, lo que explica por qué no nos da tanto sueño después de una sesión en solitario.

En fin, existen muchas similitudes en la actividad cerebral durante el orgasmo en hombres y mujeres, todo indica que como resultado de la misteriosa activación de unas zonas del cerebro, y la anulación de otras, dominadas por hormonas como la dopamina, la serotonima, las endocrinas o la noradrenalina, es que podemos disfrutar del placer más potente que pueda darnos nuestro cuerpo… ¡Salve Orgasmo, Rey de Reyes!

Hombres y mujeres no somos tan diferentes; Sí lo somos en cuanto a educación y condicionantes sociales, y algo a nivel psicológico, pero neurofisiológicamente somos muy parecidos. No obstante, entre nosotros existe disparidad en dichas experiencias sexuales, quizás las mismas, como dijimos, se deban a las diferencias individuales en nuestras anatomías, fisiologías, así como nuestra propia psicología. Muchas mujeres tienen problemas de deseo por aspectos psicológicos o de pareja, pero en ocasiones hay causas fisiológicas o anatómicas ocultas, por ejemplo es sabido el que una mujer difícilmente alcanza el orgasmo durante el coito si tiene el clítoris muy separado de la vagina. Nunca debemos olvidar a ese maravilloso centro de control del orgasmo femenino, el clítoris, es el área más sensible de la zona genital femenina, de ahí que tenga más terminaciones nerviosas que cualquier otro lugar del cuerpo. Para muchas mujeres es la llave que abre una fuente de placer que les permite alcanzar el orgasmo, de allí que sea una gran ayuda estimularlo para llegar al climax.

Es por todo lo anterior el que lo mejor sea el conocernos verdaderamente, para así optimizar nuestras experiencias sexuales.

Como colofón, y como decía al comienzo del artículo, por desgracia vivimos el sexo, aún en el siglo XXI, envuelto en la vergüenza, todavía en estos tiempos el hablar sobre sexo abiertamente es un tabú, nunca se acepta como algo natural, tal como lo es la comida o el hambre. No debería existir ninguna institución, ni nadie, que se considere con innata potestad para exigirles a los demás cómo deben experimentar su vida sexual.

Es mi deseo de que todos despertemos consciencia de la importancia de ver el sexo con total naturalidad, por el bien de nuestra salud y equilibrio metal. Tal vez así podremos soportar con mayor entereza el frenético ritmo de vida que llevamos, al engancharnos al maravilloso hormigueo que sentimos a medida que nuestro cerebro se desconecta de tantas frustraciones y fracasos que nos golpean a diario… para así después de un delicioso orgasmo (que cada uno vive y disfruta a su manera…), sentir como nuestro cuerpo se relaja y una sonrisa de satisfacción cubre nuestra cara.

Además, está más que comprobado que el amor no tiene edad, es que los seres humanos, afortunadamente, nunca son demasiado viejos, en términos biológicos, como para gozar de una feliz vida sexual… Quizás nuestro problema esté en hacer “la tarea” de forma rutinaria, debemos tener consciencia de que nuestro cuerpo evoluciona y nuestra sexualidad también… Por ello no hay que perder la magia, no hay razones para que ello ocurra, debemos seguir cultivando la parcela erótica a lo largo de los años, para ello es muy importante la imaginación, las fantasías, en fin, todo lo que nos resulte excitante… de esa forma el deseo nunca desaparecerá.

Ahhh, no quiero terminar sin comentar que todo indica que el observar o ser parte de los orgasmos de tu pareja puede aumentar el deseo y el placer de tu propia experiencia. En efecto, el observar la expresión de la cara durante el climax en el momento del orgasmo, cuando las pupilas se dilatan, como puede observar cualquier persona sexualmente activa, parece ser un estímulo sexual como muy pocos, es que en nuestra especie el sentido más involucrado en la atracción sexual es la vista. (Científicamente se sabe que es uno de los efectos del cambio del sistema nervioso autónomo parasimpático al simpático en ese maravilloso momento). La idea básica es que verlo es un acto placentero que activa el sistema de recompensa del cerebro haciéndonos segregar altas cantidades de dopamina desde el área ventral tegmental al nucleus accumbens (nuestro centro del placer en el cerebro).

Basados en esta idea nació la web “Beautiful Agony” donde tratan de probar la hipótesis de que el erotismo humano no se encuentra en el cuerpo, sino en la cara.

Una prueba más de que nuestros orgasmos, en hombres y mujeres, son muy semejantes, ya que si tuviéramos orgasmos completamente diferentes no habría esa conexión, simplemente no la entenderíamos.

Venga, si te atreves, échale un vistazo a:

http://beautifulagony.com/agonysquad/squadvideo-mp4.php?video=showreel_H

 

Una vez más la ciencia nos permite ver un mundo mucho más amplio del que nos muestran nuestros limitados sentidos… Y no podría ser de otra forma con el sexo, que forma parte integral de nuestras vidas y que además, suele tomar el control hasta en las situaciones más inverosímiles.

 

Ven a dormir conmigo: no haremos el amor. Él nos hará. Julio Cortázar

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